miércoles, 15 de marzo de 2017

RUTA MONASTERIO-MONASTERIO


Comenzamos nueva ruta  con una previsión estupenda en el tiempo, estos días tendremos una mini primavera anticipada. Todos, sin excepción, pensábamos en que nos esperaba una mañana maravillosa para caminar y disfrutar de nuestro sol Soriano.

Partimos de nuestro punto de encuentro, Angel Julián, Cándido, Alberto, Miguel, Maribel, Ana de la Hoz, Enedina, Piedad, Reme, Gema y yo.

Desde Quintana Redonda cogimos una carretera hacia la dcha. para llegar a Monasterio. Esta carretera ya preludiaba  lo que nos íbamos a encontrar  abandono, olvido y soledad.

En Monasterio llegamos a su plaza-frontón dónde  se  nos avisaba de  que no se podía aparcar en letras gigantes.
 

Una vecina y un perro nos recibieron  y Maribel conversó un rato con ella.

Salimos  del pueblo y  muy pronto nos vimos envueltos por encinas y robles, la mañana era fresquita pero deliciosa, no se necesitaban ni guantes ni gorros.

Al finalizar esta zona boscosa comenzamos a ver extensos campos de cultivo y a lo lejos un globo aerostático que nos encantó a todos, lástima no haberlo tenido mas cercano. Cándido intentó fotografiarlo con su cámara.

 



Llegamos a La Revilla de Calatañazor. Una fuente con abrevadero es lo primero que nos llama la atención pero al caminar entre sus calles nuestro interés se  dirige rápidamente a las casas en ruina en las que se puede entrar por cualquier puerta, ventana o agujero pero con riesgo de desprendimientos. Los intrépidos caminantes de Soria Paso a Paso no tenemos miedo a nada por lo que entramos a curiosear un poco: Restos de historias pasadas y de un estilo de vida y una cultura que ya no existe, alacena, banco de trabajo, sillas de anea, una cocina antigua, escalera, un orinal…Encontramos hasta un Boletín Oficial del Obispado de Osma del año 1957.Nos podíamos imaginar perfectamente cómo la gente trajinaba en su día a día cuando el pueblo tenía vida. Maribel especialmente encantada con estos hallazgos sabía el nombre y la finalidad de todos los muebles y objetos que vimos.
 

 Camino de la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, pasamos delante de dos tremendos mastines de los que Cándido ya nos había advertido. Impresionados por las vistas que había desde el cerro, mas que por la iglesia, Reme comentó que parecía un edificio que pudiera haber tenido algún fin defensivo antiguamente. Un complejo extraño formado por un ábside, un edificio adherido a él con dos plantas y la torre adosada a éste con campanario y balconada. Efectivamente es un enclave estupendo para las funciones de atalaya.
 


Este pueblo  era el segundo en importancia  de los 18 que conformaban el Señorío de Calatañazor. Tenía tres anejos: La Barbolla, Fuentelaldea y Monasterio. Se vivía del monte de encina, vendiendo leña y haciendo carbón o cisco, de sus buenas tierras de cultivo de cereal (trigo, avena y cebada) y de su cabaña ganadera (ovejas y cabras),.Se dedicaban a la cría del cordero y lo llevaban hasta Cataluña. Hubo un gran incendio que destruyó parte del pueblo en 1967. En los años 70 la despoblación comenzó. La mecanización del campo fue uno de los factores que contribuyó a la marcha de la gente.

Tras un corto trayecto, llegamos a Fuentelaldea con su Iglesia Románica de la Asunción.

En este encantador pueblo tomamos el almuerzo en el patio de una casa que parecía habitada y pudimos ver aperos de labranza. Angel, nos pidió un poco enfadado que nos apuntemos a las rutas pronto y que  no lo dejemos para última hora. Todos le dimos la razón y nos comprometimos a hacerlo.
 

Camino de La Barbolla con tierra rica cultivable y cultivada  a ambos lados del camino, afortunadamente los campos no están abandonados. Este pueblo es especial para nuestro compañero Cándido porque vivió  aqui. Nos dirigimos directamente a la Iglesia de San Bartolomé. Nuestro sentimiento fue común  al verla destrozada, tristeza y rabia al mismo tiempo por no ser capaces de conservar estos monumentos.
 

Debajo de la Iglesia una lápida antigua y el teleclub dónde Cándido pasó muy buenos momentos.

Nuestro último pueblo por visitar fue La Ventosa de Fuentepinilla que perteneció al Señorío de Andaluz-Fuentepinilla. Vimos  la Iglesia de San Juan Degollado, original Románico del siglo XIII y restaurada pero con muy poco éxito, según nuestra modesta opinión. Nogales y el río Erice en la parte baja del pueblo.

Desde aquí hasta Monasterio nuevamente, tuvimos un largo y caluroso camino, el sol comenzó a calentar de veras, el agua se nos calentaba en las mochilas. Campos de cultivo, unos verdes floreciendo ya, otros en barbecho. Tierras rojas, ásperas y desoladas dónde la despoblación ha golpeado con todas sus fuerzas.

 Llegamos a Monasterio  por la parte baja del pueblo y Julián nos dirigió a un rincón encantador en el que había un lavadero circular y una fuente  en la que uno de sus pilones es una estela funeraria. Este rincón tan bonito se merecía una original foto de nuestro grupo en la estrecha escalera de piedra  Pero lo mas sorprendente de este pueblo es su iglesia de San Miguel con el campanario separado del resto del edificio. Nos quedamos asombrados.

 


 Ruta original, diferente  que nos ha hecho pensar en el problema que en Soria tenemos con la despoblación, olvido institucional de nuestros pueblos y olvido  de sus gentes que deciden marchar en lugar de intentar hacer algo por el desarrollo del pueblo. Estos pueblos están olvidados pero no abandonados, hay personas todavía allí trabajando sus tierras aunque no vivan de forma habitual.

 Nos concentramos en ciudades con servicios y comodidades pero también con estrés, prisas, polución ambiental, ruidos…

 Es posible que en un futuro en Soria, se desarrollen pueblos del siglo XXI, a los que lleguen las tecnologías de banda ancha, teletrabajo, servicios mínimos, cooperativas y explotaciones sostenibles que permitan fijar población de una forma definitiva. Es posible que un día los Gobiernos tomen medidas efectivas, no paliativas para estas zonas desoladas. Es posible que nos cansemos de vivir apiñados, rodeados de cosas de las que se puede prescindir, rodeados de  gente pero sintiendo soledad realmente y decidamos volver a nuestro pueblo o a iniciar una vida nueva con las ventajas que ofrece el mundo rural. Los Sorianos tenemos la ventaja de poder vivir en una capital sin los agobios de las grandes ciudades. Nuestra ciudad es el pueblo grande de la Provincia.

 Damos  las gracias a nuestros “diseñadores de rutas”,gracias por vuestro esfuerzo para  preparar estas rutas tan bonitas.

La cañita final es indispensable para acabar bien la mañana.

Hasta la próxima ruta Soria paso a paso

Soria, 11 de marzo de 2017

Emi.

domingo, 12 de marzo de 2017

DOMBELLAS (4 DE MARZO DE 2017)

Sábado 4 de marzo, cinco aguerridos senderistas (Julián, Maribel, Chus, Gema y Cándido) sin ningún atisbo de flaqueza y desafiando todas las predicciones de un tiempo de “perros”, afrontaron el camino que tenían trazado de antemano, conducidos por Julián; quien nos llevó a descubrir esas pequeñas joyas que tenemos tan cercanas y descuidamos en aras de destinos tan lejanos como ajenos.
    Salimos de Dombellas con el aire fino y frío de la meseta Soriana haciéndose más tibio a medida que llegábamos al monte. El paseo comenzó de forma suave, en nuestro camino restos de nieve congelada “espesura” según Maribel (referencia botánica del grupo).
 al llegar al mirador de las Covachuelas nos sorprendió un suave manto de gélida nieve en la planicie. Llegamos a Santervás y todos coincidimos en la falta de esencia rural de los pueblos en la actualidad, un Renault-8 nos sorprendió a la puerta de una casa.












  


  Seguimos el camino al pie de la ladera hasta que Julián nos dijo: “os voy a castigar por remolonas”. Ascendimos a un pequeño cerro donde nos esperaba el “castigo” prometido. Ante nosotros la encina milenaria se erigía majestuosa y sobria. 

Fue todo un regalo y nos sirvió de apoyo para el refrigerio. Para acceder a la encina alguien había colocado unas pequeñas marcas con piedras para indicar el camino, alguien se había molestado en hacerlo para nuestra comodidad, alguien que no era otro que Julián. Gracias

.
    Descendimos a media ladera por azagones inciertos con pareidolias incluidas hasta buscar la carretera y cruzarla para llegar por caminos muy marcados al sendero que conduce al “Molino Colorado”,
 vimos demasiadas encinas taladas a matarrasa, que en alguna ocasión nos impedían el paso con sus ramas sin recoger. El Molino Colorado es una construcción al lado del río Duero de una antigüedad sin fechar pero que supusimos del siglo XVII, restos y vestigios de otra época.

    Continuamos por la margen izquierda del Duero rodeados de abedules ( los últimos al sur de Europa) hasta llegar a otro molino de construcción moderna anegado por las aguas del azud de Buitrago. Y de allí partimos de regreso a Dombellas descubriendo en los márgenes de nuestro Duero las útiles aneas o espadañas; reconfortados por el día tan espléndido que nos había brindado la naturaleza.
Cándido