lunes, 15 de enero de 2018

RECOGIDA DEL BELEN DEL PICO FRENTES


 
El Pico Frentes ha sido durante las pasadas Navidades el depositario privilegiado del entrañable Belén que nuestro grupo deja cada año bajo su custodia como homenaje a la Navidad, que no solo se vive y tiene su  manifestación en los espacios poblados o las celebraciones masivas   propias de estas fechas. “Gloria a Dios en la alturas….”, reza la letra de un popular villancico. Y allá, en la soledad de las alturas, el pasado 16 de Diciembre rendimos nuestro pequeño tributo a esta secular efemérides que conmemora la cristiandad, con la colocación sobre la cima del desafiante Pico Frentes  de las icónicas figuras representativas  del espíritu navideño. Pero su condición de depositario no le otorga el derecho a ser el propietario de las mismas, así que, pasado su tiempo, tocaba recogerlas y guardarlas hasta otra celebración navideña.
 

Y bajo esta expectativa se desarrolló la ruta del sábado, 13 de Enero, con  asistencia de hasta 17 participantes (menos una baja voluntaria que luego indicaré). Las previsiones meteorológicas anunciaban nieve para esa fecha a partir de las 17,00 h., por lo que no nos sentimos “amenazados” ante las inclemencias  previstas. La mañana es fría, pero menos de lo esperado a juzgar por las temperaturas bajo cero que se vienen registrando de madrugada en las últimas fechas, motivo por el que nuestro boss Luis, siempre atento a las circunstancias que rodean cada evento, nos informó con antelación que  retrasábamos la salida de Soria a las 10,00 de la mañana, teniendo en cuenta la cercanía del lugar y la corta distancia a recorrer. De esa manera, evitábamos la exposición a temperaturas más  duras y desagradables para el sano ejercicio del senderismo. Desde Fuentetoba, donde hemos llegado en torno a las 10,15 y lugar de partida de ascenso al pico, las estribaciones y la cresta del mismo aparecen cubiertas de un irregular manto de nieve, que le confiere un aspecto espléndidamente invernal. Así mismo, a este y oeste observamos  espesas capas de niebla que auguran un cielo despejado, si atendemos la previsión de que la niebla antecede a las mañanas soleadas. Sin embargo, el trayecto que  seguiremos  hasta coronar la cima será distinto al recorrido en la ocasión precedente. El motivo y el acierto de esta elección se la debemos a nuestro solícito y consumado sherpa, Angel, junto a su leal y fiel escudero, Julian, quienes la víspera del ascenso decidieron explorar el itinerario seguido en la anterior ruta y comprobaron que la espesura de la nieve  acumulada en el camino y la dificultad de transitar por ella hacían altamente improbable que todos los miembros de la expedición pudiéramos completar con éxito la llegada a la cumbre. Así que, con esta información y el siempre valioso asesoramiento de José Antonio, nativo del lugar, optamos por seguir otra senda, que se presentaba más despejada, aunque eso sí, con una pendiente más pronunciada, que en algunos tramos exigía extremar las precauciones por el riesgo de resbalar, a la vez que  obligaba a realizar alguna parada más de la cuenta para coger resuello. Es la misma que seguimos en el descenso de la anterior subida al Pico. Las irregulares capas de nieve que salpican el camino no son en exceso inconvenientes para una marcha tranquila y segura, por lo que este plan B diseñado por nuestros estrategas  de montes y caminos, a la postre fue un acierto en toda regla. Ciertamente, la distancia a recorrer se hizo más corta y los tramos que podían presentar mayor dificultad por la empinada pendiente se sortearon sin más problema. Nuestro querido y siempre bienhumorado Vicente, ante el repecho que contempló desde la superficie de la cuidada calzada de la urbanización, optó por hacer senderismo entre las “llanuras” de Fuentetoba, en la seguridad de que no necesitaría ninguna atención sanitaria por este generoso esfuerzo, en contraposición a la siempre molesta cuesta arriba que le desafiaba para que pusiera  a prueba su generosa y bien dotada naturaleza.

Y así, entre paradas y descansos, momentos que aprovechamos para la observación del horizonte de la geografía soriana y la presencia de una numerosa colonia de buitres que sobrevuelan nuestras cabezas, a modo de celosos guardianes de estas cumbres, testigos impasibles de nuestro caminar hacia ellas, vamos llegando hasta la encina que da cobijo al humilde Belén depositado veintiocho días atrás y que ahora, casi cubierto en su totalidad por la nieve, nos espera para su traslado a la intimidad de un hogar. Las cabezas de los pastores que rodean el portal asoman entre la nieve y nos señalan el lugar del emplazamiento exacto. Y allí, protegido por el manto de la encina que lo ha albergado durante este tiempo, rendimos el postrer homenaje al símbolo por excelencia de la Navidad, acompañado de algún tardío villancico, que  completamos con letras menos ortodoxas al ritmo de  la música que nos sirve para expresar nuestro “fervor” navideño.

Cumplido el trámite que nos ha traído hasta aquí, llega el momento de reponer fuerzas para el descenso y acumular calorías para combatir los rigores de la climatología que encontramos a   una altura de casi 1400 m. de altitud. Una brisa suave, casi perceptible, pero gélida, nos advierte que seguimos necesitando los guantes y el gorro, si queremos tener un asueto gastronómico sin excesivas incomodidades.

Toca abrir las mochilas y exponer las viandas que compensan el esfuerzo del camino, bajo la encina que ha protegido nuestras figuras navideñas. Los exquisitos arándalos cubiertos de chocolate de Alicia, el delicatesen de Chus, una modalidad  de chocolate con una fina capa de naranja que le da este sabor, la variedad de frutos secos que aporta Gema, y, cómo no, el humeante café de Luis, que  se complementa con otros termos cafeteros para atender  las demandas de todos los asistentes, forman el menú variado que reconforta nuestro organismo y aporta energía a nuestros siempre buenos propósitos.
Como curiosidad debo señalar que en esta ocasión faltó la proverbial tortilla, presente en todas las rutas, ya que su proveedor habitual cometió un error de cálculo al no disponer la víspera de los productos necesarios para su elaboración. Aunque prometió corregir este desajuste en próximas convocatorias. Y, cómo no, la sorpresa de la jornada: de nuevo nuestro ingenioso Julián hizo aparecer una botella de cava, cuidadosamente guardada desde el día anterior bajo el manto de nieve que se acumulaba en torno a la encina próxima al  Belén. Ni en el frigorífico más dotado se hubiera conservado mejor para la ocasión.

Sesión de fotos junto al vértice geodésico del Pico  bajo la atenta y permanente presencia de los buitres, con su majestuoso vuelo que parece advertirnos que son los dueños y habitantes permanentes de estas cumbres. Y de nuevo cierre de mochilas, ajuste de correas sobre la cintura, y regreso  al punto de partida.

Si la subida imponía un esfuerzo adicional por el trazado del terreno, la bajada exige un plus de precaución por razones opuestas, pero igualmente imprescindibles para el buen desarrollo de la jornada. Y así fue: el camino se nos hizo “amable” y el descenso no dejó ninguna incidencia reseñable.

Hemos llegado hasta la explanada del monasterio de la Monjía y ahora nos dirigimos hacia la cascada y la Toba, que da origen a peculiares formaciones geológicas de este lugar, así como a un novedoso sistema de aprovechamiento de los recursos hídricos que aquí se generan y el no menos singular título de propiedad que rige este enclave. José Antonio nos hace de guía para  obtener perspectivas de la cascada y las emanaciones de agua desde distintos ángulos y observar desde la cercanía la belleza del sitio. Omito detallar cómo se derivan estos recursos y aprovechamientos del agua porque ya lo hizo Emi en su anterior y magnífico relato sobre esta misma ruta, así que solo me resta trasmitir mi satisfacción por  admirar, una vez más,  este rincón de nuestra geografía. Solamente añadir que  después de la cascada visitamos lo que los lugareños llaman la “fuente vieja”, que abastece de agua a toda la zona próxima de regadío de este municipio, un valor en alza, según nos comenta José Antonio.   

La última actividad del día es la más gratificante que nos habíamos propuesto: la comida de hermandad del grupo que anualmente celebramos, anteriormente durante las fechas navideñas y desde hace un año después de las Navidades. El sitio elegido es el restaurante del Pabellón polideportivo de la localidad y allí encaminamos nuestros pasos para encontrarnos con el grupo de compañeras/o que, por razones diversas, no han formado parte de la expedición que ha retirado el Belén, pero no han querido  perderse la oportunidad de unirse al grupo con tan grato motivo: Feli, Ana de la Hoz, Julia, Emi, Pilar y Carlos, junto a Vicente (que ha hecho su particular ejercicio de sillón-ball  durante el tiempo que hemos permanecido allá arriba)  nos esperan ya en el lugar señalado para darnos todos el merecido homenaje de solidaridad, amistad y cohesión que el grupo transmite  en cada ocasión que lo requiere.

La comida transcurre por los cauces de la alegría indisimulada del momento, las chanzas, las bromas y hasta los reproches por algún que otro dudoso gusto culinario. En concreto, disfrutamos de un envidiable tinto Rioja, reserva  2013 que Vicente, haciendo gala  de su generosidad,  ha traído para la ocasión. Pues bien,  hay quien, como nuestro presidente, se empeña en  demostrarnos que ese vino  lo degusta  mejor mezclado con gaseosa. ¡Imperdonable! Pero, en fin…., por respeto a su maleducado paladar le dejamos que perpetre tal iniquidad enológica. Elisabeth, sin embargo, hace caso de nuestro consejo y, aunque en un principio está tentada de mezclarlo con gaseosa, le disuadimos de semejante torpeza y opta por degustarlo en su natural pureza.

Y por si quedaba algo para el fin de fiesta, algunos tuvimos la “genialidad” de hacernos unas fotos subidos sobre un triciclo o pequeña moto infantil que teníamos a nuestra disposición (¿) en el hall de entrada de las instalaciones del polideportivo. Claro que esta “genialidad” se vio superada por otra más artística que, con su habitual creatividad, conformó nuestro inimitable Spielberg que produce los audiovisuales del grupo, enmarcando la imagen para dar la  apariencia de un valioso cuadro fotográfico, admirado por los visitantes que contemplan esta  muestra. Y aún otra muestra más de genialidad: no ha faltado quien, a través del whatsapp, ha sugerido que esos cuadros bien son merecedores de una exposición en el museo del Louvre.

Desde luego, ingenio no falta, humor nos sobra y somos donantes en creatividad. ¿Se puede pedir algo más? Se admiten apuestas.

 

                                                                       Soria, 13 Enero 2018

 

            Agnelo Yubero