lunes, 19 de diciembre de 2016

RUTA: PICO FRENTES-COLOCACION BELEN NAVIDEÑO


 


Ha sido el mejor broche de oro que podíamos poner a nuestro fin de la temporada senderista 2016. La subida al pico Frentes, para colocar un belén navideño en lo alto de su erguido cuello de impertérrito vigilante de nuestra ciudad, se vivió con especial interés y emoción. Y de ello dan fe dos hechos manifiestos. Por una parte, la nutrida asistencia  de componentes del grupo, con algunos invitados, superior a cualquiera de otros paseos sabáticos (si exceptuamos la visita a la selva de Irati), y, por otra, la cantidad de recursos, tantos lúdicos, como gastronómicos, para celebrar tan singular acontecimiento.

Era la primera vez que vivíamos esta experiencia que no por original (se viene haciendo en otros lugares de la provincia desde hace  años), restaba un ápice de pasión a nuestro quehacer senderista. La proximidad de  las inminentes fiestas navideñas, invitaba a unirnos a este rito de llevar hasta nuestras montañas el testimonio y reconocimiento de los valores y creencias emanados de un hecho lejano en el tiempo que venera la cristiandad en cualquier rincón del mundo.

Nuestro grupo sabe adaptarse no solo al terreno que pisa, sino al sentimiento colectivo de acontecimientos que forman parte de nuestra vida social, cultural, religiosa, etc. Y la Navidad es un tiempo especial para trasladar su simbolismo a esos parajes que pisamos y disfrutamos cada semana. En la lejanía de nuestra infancia y en el presente de nuestra vida adulta, el belén navideño expresa como ningún otro símbolo la emoción de unas fechas mágicas vividas al calor de un acontecimiento histórico que nos habla de paz, amor, concordia…Ese calor navideño, representado en las figuras de quien nace y le acompaña en un pobre y humilde establo, lo hemos querido elevar a las alturas de nuestro pico Frentes y dejar en la montaña por algún tiempo la representación de  un recuerdo secular que inspira una relación humana más cálida, generosa y solidaria.

A la hora programada, arranca la comitiva desde el lugar habitual de concentración para dirigirnos hasta el pueblo de Fuentetoba, origen de nuestra ruta. No enumero a  todos los participantes  para no hacer más extensa esta crónica. Sí, en cambio, cabe mencionar que fue necesario hacer uso de cuatro coches para trasladarnos hasta el lugar convenido: había que transportar a diecisiete andarines. La subida al pico Frentes es suave y el camino se hace “amable” para su recorrido. Nos flanquean a ambos lados de la ruta  bosques poco espesos de encinas y algunos  enebros que se mezclan con la anterior especie dominante de esta ladera. La mañana es plácida y el grupo camina estirado, formando una serpiente multicolor, aunque el azul uniforme que identifica al grupo predomina sobre el resto de la gama cromática, enriquecida con el atrezzo colorido, típicamente navideño, que algunas de nuestras chicas ( Reme, Chus…)  han repartido a la salida, como gorros estilo papá Noel, cuernos de alce, coletas colgantes sobre el gorro tipo “Pipi, calzas largas”, gafas de visión ampliada (?) y complementos variados de innegable simbolismo navideño. Otros portan en sus mochilas instrumentos de percusión (entiéndase pandereta) o de viento ( también llamado turuta), para su uso en lo alto de la montaña, cuando llegue el momento de  poner música a los villancicos.   


Sin mucho esfuerzo coronamos la loma del pico Frentes y nos dirigimos hacia el punto geodésico, como lugar de referencia de hallarnos en la máxima altitud de este emblemático morro de piedra. Muy cerca de allí, a escasos 20 metros, encontramos una encina, que nos parece el rincón idóneo para asentar nuestro belén a los pies de su base, orientado hacia el sur, con la mirada hacia Soria y protegido de los vientos del Norte que podrían hacerlo más frágil durante su efímera presencia en este lugar. Con curiosidad y sorpresa observamos que alguien se ha anticipado a nuestros gustos y preferencias, y al lado del sitio elegido hay otro belén de diminutas y originales figuras (como pequeñas gallinas), que le dan un toque simpático y entrañable.


Con las piedras del terreno, simulamos una cueva donde colocar el portal, el niño recién nacido, la virgen, san José, la vaca, la mula, y los tres Reyes Magos. Ya tenemos el belén instalado y ahora toca rendirle homenaje con villancicos y degustación de nuestros presentes gastronómicos (a los cuales aludía Elisabel en una original letra de su cosecha). La parte musical (interpretación de villancicos variados por la coral “Soria, paso a paso”) estuvo refrendada por la música de viento que salía de la turuta de Angel y la percusión de las panderetas de Pilar y de este cronista. El resultado musical se puede comprobar en el audiovisual preparado por Angel. O sea, no es para presentarlo a un casting de OT. En cambio, el momento gastronómico resultó mucho más ameno, gratificante y solidario. Ya expresé en un breve mensaje de whatsapp el deber grupal de reconocimiento de gratitud a las chicas que departieron sus productos de forma generosa entre todos nosotros, así como a los chicos que ofrecieron, sin ánimo de rivalizar con las féminas, el mismo trato solidario de sus viandas y bebidas navideñas al resto de los allí presentes. Pero hubo dos notas relevantes, que ponen de manifiesto ese talante solidario, presente en nuestro grupo,  al que me he referido al hablar del espíritu de la Navidad:
por un lado, el gesto sencillo, pero entrañable, de celebrar con dos velitas sobre la ya esperada tortilla (a falta de tarta) el reciente cumpleaños de quien provee de este tradicional recurso campero. Mi agradecimiento por este gesto. Y la otra anécdota tiene como protagonista a un ausente de la excursión que nos ocupa. Nuestro amigo y compañero Julián, no pudo asistir al evento. Poderosas razones familiares le impidieron acompañarnos. Pero en su ánimo estaba  sorprendernos con su presencia virtual en lo alto del pico.  Dos días antes hizo la misma ruta que nosotros y dejó oculta en una bolsa de plástico una botella de champán bajo una encina, muy cerca de donde estuvimos celebrando nuestra particular fiesta, para que tuviéramos la oportunidad de brindar por su ausencia-presencia. Este cronista avistó la citada bolsa de plástico, pero ningún signo exterior hacía pensar que contenía una botella de champan. Al contrario, pensó que algún desaprensivo había dejado bajo la encina los desperdicios de una jornada campera y no le atribuyó otro contenido. Cuando finalizamos el recorrido y nos encontrábamos en la cantina de Fuentetoba, tomando el refrigerio propio del final de una caminata, recibimos un mensaje de Julián, preguntándonos si habíamos descorchado la botella de champan que había depositado bajo la encina. Sentimos ganas de “despellejarlo” por la tardía comunicación de sus buenos deseos…. Pero nos quedamos con su intención, que revela la calidad humana de nuestro compañero aunque, en este caso, nos hubiera gustado   disfrutar realmente de su sincera generosidad.

Y tras el merecido refresco post-jornada en Fuentetoba y las fotos de rigor para el recuerdo, emprendemos el viaje de regreso a Soria, con el gusto y satisfacción compartidos por la celebración de unas nuevas Navidades en un punto de altura de nuestra geografía y de nuestras aspiraciones.   

Soria, 17 de diciembre de 2016

                                                                 Agnelo Yubero