Seguimos
disfrutando de la primavera pero hoy con una de nuestras rutas de “andar por
casa”, en las que no necesitamos coche ni ningún preparativo especial, solo
ganas de salir a caminar y a observar la naturaleza,
Nuestro punto de encuentro hoy es la puerta de la cárcel y tras alguna broma al
respecto iniciamos el recorrido hacia Garray por el camino tradicional y
archiconocido paralelo a la carretera primero y pasando por la pasarela de madera para
atravesarla después.
Un sendero
de tierra pasando por las perreras va dirigiendo nuestros pasos hacia el vecino
pueblo, rodeados del gran verdor de los campos salpicados por aliagas y otras
plantas que nos ofrecen su gala primaveral; a nuestra derecha el Duero lo tenemos muy próximo y podemos escuchar el
sonido del agua. El cielo está semicubierto de oscuras nubes que amenazan
lluvia pero esperamos acabar nuestro camino sin sentirla.
Las neblinas se interponen en las montañas
lejanas y Vicente no puede resistirse a la tentación de fotografiarlas.
Un cartel en una zona de recreo nos muestras
lo que podemos ver en la lejanía del paisaje: De derecha a izquierda divisamos
el cerro Numantino, Peña Judía, Alto Real y el Castillejo, algunos de los antiguos
asentamientos de campamentos Romanos que
asediaron Numancia.
No
tardamos en llegar al dinosaurio que anuncia Garray y aunque ya tenemos otras
fotos con él, nos hacemos otra más. Este
monumento es parejo a otro que existe en la salida del pueblo y se trata de un
PARASAUROLOPHUS cuyo autor es el cántabro Ramón Ruiz LLoreda.
Los sauces de la pradera acondicionada para el
baño al lado de los ríos Duero y Tera ya empiezan a desparramar sus colgantes
ramas y en el agua hay algún pescador
madrugador al que saludamos desde el puente.
El almuerzo hoy es antes de lo habitual porque no podemos
desperdiciar la oportunidad de tomarlo en el Goyo. Después de torreznillos y
tortilla y de un delicioso ratito de
conversación alrededor de la mesa, reanudamos nuestro camino para lo que
atravesamos nuevamente el puente de Garray, construido en el siglo XVI para
virar a la derecha y seguir a la contra el cauce del Duero que baja bien
caudaloso.
Caminamos
primero por un camino asfaltado y más tarde por senderos cómodos y flanqueados
por esplendorosos campos verdes. La cámara de Vicente va captando cada pequeño
detalle que se encuentra en su trayectoria: calaveras, perros, gatos, una
cigüeña en la lejanía de un prado y hasta un minúsculo caracol que atravesaba
el camino es recogido por su objetivo.
Giramos
en el sendero hacia la izquierda para acercarnos a la base del Bellosillo y
desde los depósitos de agua tenemos que saltar las vallas que todavía cierran
este lugar al público.
El
ascenso no es muy costoso y merece la pena porque siguiendo las indicaciones de
los carteles y el recorrido marcado por las flechas vamos dando vuelta a la
cima, oteando en la lejanía toda la serranía Soriana: Picos de Urbión. Cerro
del Castillejo, Pico Cebollera, Sierra Carcaña, Sierra de Inodejo, Altos del
Zorraquin, Sierra de Cabreras, Pico Frentes, Cerro de San Juan, Sierra del Almuerzo, Sierra del
Madero. Monte de las animas, Moncayo…Es decir que indiscutiblemente ha sido un gran acierto
sellar el antiguo vertedero y convertirlo en este lugar tan agradable para contemplar estos escenarios,
solo falta que crezca la vegetación
porque está un poco “pelao”
Una
foto en el punto geodésico antes de iniciar la bajada y alguna compañera busca
y encuentra recuerdos antiguos dejados por aquí en otras ocasiones.
Bajamos
la loma para llegar justo al Cementerio de Las Casas y en su puerta nos espera
una asombrosa sorpresa de la que no fuimos capaces de adivinar su significado.
Un pequeño mantón rojo a modo de mantel con diferentes platos de comida que
parece que nadie ha tocado, pero si vasos,
unos vacíos y otros llenos todavía, botellas, cigarros y puros apagados
sobre la comida, un abanico abierto y monedas de euros incrustadas entre lo
alimentos. No supimos qué pensar sobre este hallazgo, nos pareció algo
relacionado con una cultura diferente.
Atravesamos
la carretera de forma rápida porque el lugar por el que lo hacemos no es muy
seguro precisamente, para alcanzar el camino por el que hicimos la ida y volver
a la parte alta de Soria.
Contentos
porque la lluvia nos ha respetado y porque hemos gozado caminando y
conversando en una sencilla, cercana y grata ruta entre amigos.
Emi
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