Desde el puerto de Santa Inés (1754 m.) partimos Luis, Alberto, Ángel y Ana, Julia y Miguel, Gema y Emi y tras saludar” al Manzanero” vecino de Covaleda (en Pinares utilizamos laísmo y leísmo) que se dispone a cargar su camión con madera recién cortada, nos sumergimos entre grandes pinos por un camino forestal.
Ascendemos suavemente, tranquilos, observando el bosque y escuchando a nuestro querido Alberto que se muestra entusiasmado en este monte ya que es semejante a los de su lugar de origen (Segovia).
Él sabe percibir el bosque, estudia las señales que la naturaleza nos da y todo esto nos lo trasmite a los que caminamos a su lado que somos desconocedores del tema, es decir, es un complemento perfecto para todas nuestras rutas.
Las señales del camino nos dicen que se está utilizando como arrastradero de pinos, restos de corteza rojiza lo cubren.
El pino silvestre tiene otros nombres como pino de Valsaín, pino serrano, albar, pino del norte, pino rojo o pino bermejo (Wikipedia).Es una conífera que puede alcanzar hasta 30m. Y podemos observar a lo largo de este camino grandes ejemplares con sus cortezas anaranjadas pero también ejemplares jóvenes en abundancia, con cortezas más gruesas y pardas rojizas. Aquí la repoblación es automática y natural.
Helechos de gran tamaño y de color verde intenso crecen entre las pinadas, espinos, endrinos, brezos unos con flor blanca y otros con flor rosa.
Zona propicia para la micología y famosa por ello.
Miramos hacia nuestra derecha y entre los árboles ya podemos ver de vez en cuando el macizo de Urbión .Lo que adivinamos según ascendemos, lo admiramos al llegar al final de la pista a un cortafuegos que atraviesa el monte de arriba abajo: Urbión con uno de sus picos el Zorraquin o Zurraquin e incluso los cortados que forman la pared de la Laguna Negra.
Subimos por el cortafuegos, este ascenso es más pronunciado y el sol se aprovecha y nos calienta de lo lindo, el corazón se acelera un poco subiendo.
Afortunadamente nuestro guía vuelve a entrar en zona arbolada, pero esta zona es más espesa en vegetación y no hay camino trazado, es más complicado caminar por aquí y hay que llevar cuidado por dónde ponemos el pie; encontramos hitos de piedras que van marcando el camino .No sé cuantos metros hemos ascendido desde el puerto pero es evidente que hemos irrumpido en un bosque distinto al que vemos y disfrutamos habitualmente .Los pinos silvestres son diferentes, su parte inferior comienza a tener un color gris por los líquenes que se asientan en sus ramas inferiores y sus troncos, solo la parte superior de los árboles permanece verde.
Podemos ver canchales en esta ladera de la montaña y tenemos que atravesar alguno.
Nos llama la atención grandes pinos secos, caídos, probablemente abatidos por la nieve o el viento que permanecen aquí en su sepulcro al aire libre, su interior es polvo ya y nuestro experto nos hace ver que aquí solo impera la ley natural y que es un bosque “puro”.
Maravillados continuamos nuestro camino y si miramos ladera abajo vemos un bosque completamente gris y oscuro un poco terrorífico, solo las puntas de los pinos permanecen verdes en contacto con la luz. Se nos vienen a la mente historias y leyendas
de los bosques.:” De pronto en el bosque apareció un brujo muy malo y viejo que vivía allí y que no dejaba a nadie pisar ese oscuro y espantoso lugar”
Se pueden ver en esta zona colosos arbóreos longevos y desaliñados, con luengas barbas de líquenes. Nuestro experto nos explica que estos cambios que observamos en el arbolado son debidos a la altura ya que por estas latitudes se le va complicando la supervivencia al pino silvestre.
En contraste con este paisaje, pronto alcanzamos un panorama idílico: La pequeña laguna verde dónde da la impresión que hadas, ninfas, elfos y enanos podrían habitar. Oculta entre pinos y rocas, en la ladera de la montaña, algo mermada por la sequía pero mágica y misteriosa. Algas en su interior, vegetación acuática alrededor, musgo en sus rocas y el reflejo del verde de los pinos sobre sus aguas dan al conjunto un halo de esmeralda en bruto fascinante. Quince minutos de observación y disfrute para empaparnos de este ambiente de serenidad porque desde aquí emprendemos un duro ascenso, retrocediendo unos metros.
Tranquilos, despacio, respirando hondo y cortando la conversación para que a nuestros pulmones no les falte ni una gota de aire, ascendemos hacia la cumbre. De vez en cuando paramos y volvemos la vista hacia atrás, nos vamos nivelando con el Zorraquin y Urbión, y ahora viendo de frente ambas cumbres, Alberto nos habla de la curva de nivel que marca la línea vegetativa: A lo lejos distinguimos como las altas cumbres contrastan con la cobertura vegetal formando una línea clara. En nuestro ascenso empezamos a ver el pino uncinata o pino negro que también nos está marcando un cambio de hábitat y de ambiente.
Esta especie de pino es la que más altitud alcanza en la península y tiene un gran valor como protector contra la erosión. Puede alcanzar hasta 25 m. y su copa es más cónica, tiene ramas desde la base del. Sus acículas (agujas) son cortas y gruesas de verde oscuro y dispuestas de forma más densa sobre las ramillas.
Coronamos la montaña y nos quedamos sin palabras, frente a nosotros un paisaje inenarrable, un valle y montañas de la tierra de Cameros.
Tomar nuestro almuerzo sentados en esta cumbre es un privilegio.
Aquí arriba nos sentimos muy pequeños, sentimos que somos una insignificancia dentro de nuestra tierra.
Aquí arriba los creyentes se sienten cerca de Dios y se siente a necesidad de dar las gracias por esta maravilla.
Unos cuantos continuamos hasta el Castillo de Vinuesa y siguiendo a nuestro guía transitamos por un estrecho sendero por el cordel de la montaña (vertiente de los Hoyos de Iregua). Otro valle tenemos a nuestros pies y riscos a nuestra dcha. Llegamos a una gran explanada verde con un cercado de piedra que suponemos era para el ganado y no podemos resistir la tentación de subir al Castillo de Vinuesa (2083m.) El pantano, Vinuesa, cebollera… la inmensidad, nuestra vista se pierde a lo lejos. No vimos un buzón y un piolet que hay en él (nos faltó subir hasta los 2092m para verlos)
El pino negro aquí ya comienza a ser también feo y retorcido y sus remates están secos debido al peso de la nieve invernal (Alberto)
Volvemos a encontrarnos con nuestros compañeros y ahora seguimos el cordel de la montaña hacia el lado contrario por una zona de pastos de montaña y ya alguna vaca está por esta zona, probablemente han pensado que ha llegado el calor veraniego y han subido buscando temperaturas más frescas.
Sol y aire fresquito nos acompañan y tan pronto nos asomamos a nuestra derecha como a nuestra izquierda para seguir admirando paisajes, montañas y cielo.
Llegamos a la Laguna del Buey que está seca y aquí unos mojones marcan los límites del territorio.
Nuestra siguiente `parada es el Pico Buey (2034 m) y un mastín que custodia sus ovejas, nos advierte de que no se nos ocurra acercarnos a ellas. Desde aquí vemos montañas pertenecientes al sistema Ibérico que se levantan altivas en el confín de Soria, Burgos y La Rioja.
Desde el vértice geodésico del Buey ya iniciamos el descenso hasta el punto de nieve de Santa Inés bajando por su pista de esquí.
Tomamos la caña en el puerto con unos torreznillos.
EMI
Soria, 24 junio 2017