Seguimos
en la estación invernal que este año se nos está presentando con toda su
crudeza por lo que este Sábado no hemos podido realizar la ruta planificada, si
no que ha habido que cambiar a última hora el lugar por el que íbamos a caminar
este 10 de Febrero del 2018.
Una
mañana gélida y con un ligero manto de
nieve, nos hace dirigirnos hacia una zona dónde podamos caminar un poco
resguardados: Nos vamos a los pinares de Lubia.
Sobre
las 9h estamos en este pequeño pueblo a
15km. de Soria y que pertenece al municipio de Cubo de la Solana.
Comenzamos
por un sendero de tierra congelada en
campo abierto y con alguna chispa de nieve volando sobre nuestras cabezas. Si
queremos continuar por el camino marcado, debemos atravesar una portera en la que se nos advierte de la
existencia de ganado ( y de que queda bajo nuestra responsabilidad lo que ocurra si pasamos) . Advertidos y
responsabilizados entramos en la parcela y como nos anunciaban, en una loma el ganado vacuno está dentro de un
cercado.
Pronto
nos hallamos con el suelo lleno de nieve
y robles y pinos nos empiezan a
acompañar. En la nieve “vemos” huellas de muchos animales que habitan esta
zona, corzo, jabalí…. e incluso de algún oso que se ha perdido por aquí.
Cruzamos
otra portera que nos marca el final de la finca ganadera y un pequeño ascenso de la pista nos lleva a un
cortafuegos desde el que divisamos en la distancia, a nuestra izquierda, una torreta de vigilancia.
Los
árboles en los flancos del camino van aumentando y el pino pinaster sobresale entre la vegetación
con sus retorcidos y agrietados troncos y sus copas abiertas e irregulares. Los
robles son finos y escuálidos. Ambas especies se entremezclan en este
territorio y en algunos de ellos vemos unas pintadas blancas con números que
marcan los rodales en los que se divide el monte.
Al
finalizar esta pista comenzamos a ver una gran extensión de tierra agrícola recubierta por una ligera capa de nieve, este
paisaje árido y blanco trae a la mente de Gema imágenes de Dr. Zhivago.
Nos
toca caminar por esta gran explanada congelada, con el gélido aire de cara, pero la perspectiva que
nos da esta amplitud, nos permite fijarnos en el cielo de esta invernal mañana,
con nubes, unas blancas y otras amenazadoras y grises que dejan entrever de vez
en cuando el cielo azul y que consienten
que cuele algún rayo de sol que agradecemos mucho. Nuestro guía nos
manda girar a la izquierda para alcanzar una de las Lagunas de Rabanera, que como no podía ser de
otra forma, está completamente congelada. Un grupo de patos salen volando y
hacemos una pequeña parada en su orilla a pesar de que el aire nos atiza
fuerte. Medimos con nuestros pies el espesor del hielo y desistimos de almorzar
en su isla central, según propuesta de Julián. En esta laguna nuestro grupo
estuvo hace exactamente dos años.(6-2-2016)
Poco
mas tenemos que caminar para llegar a un abrigo entre el arbolado para
descansar y tomar nuestro tentempié. Entre los pinos se está muy bien, no
sentimos el aire, el sol aparece y nos sentimos reconfortados por todas estas
circunstancias que nos rodean. El confort y el ánimo mejoran también con la
tortilla y el vinito y el café de Alicia ayuda a proporcionarnos calor.
Satisfechos en todos los sentidos reanudamos nuestro camino en el interior del monte, sin senda alguna, pisando ramas y monte
bajo cubiertos de nieve en la que nuestras botas se hunden. Seguimos en
Dr.Zhivago, atravesando un bosque Siberiano.
No
tardamos mucho en alcanzar de nuevo la pista forestal que está cubierta de hielo y nieve también, por lo que damos buenos resbalones e incluso un compañero sufre una caída, afortunadamente sin
consecuencias, porque hoy se me ha olvidado el botiquín. Al llegar a un cruce de caminos encontramos un mapa de la zona
en el que vemos que si tomamos el desvío llegamos a la torre de vigilancia y a
un punto geodésico. Algunos compañeros quieren ir hacia allá y otros no . Se
decide continuar por la ruta establecida pero nuestra intrépida Gema nos deja claro
a todos que le debemos una aventura senderista.
Solo nos resta seguir el cómodo camino, a
tramos nevado, hasta alcanzar de nuevo el pueblo, pero a la entrada de éste una
escultura helada “al aire” pendiente de
un canalón nos retiene un rato y damos
los buenos días a un solitario paseante. No vemos actividad alguna en el
pueblo, las casas cerradas a primera hora de la mañana, continúan así al
mediodía, posiblemente esperando el verano.
En
Soria de nuevo, tomamos nuestro vermouth al que nos invita Julián por su próximo
cumpleaños y al que felicitamos de
antemano, deseándole lo mejor y expresándole nuestro agradecimiento y nuestro
cariño.
Fantásticas
mañanas de Soria paso a paso. Un millón de gracias.
EMI
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