El Pico Frentes ha sido durante las
pasadas Navidades el depositario privilegiado del entrañable Belén que nuestro
grupo deja cada año bajo su custodia como homenaje a la Navidad, que no solo se
vive y tiene su manifestación en los
espacios poblados o las celebraciones masivas propias
de estas fechas. “Gloria a Dios en la alturas….”, reza la letra de un popular
villancico. Y allá, en la soledad de las alturas, el pasado 16 de Diciembre
rendimos nuestro pequeño tributo a esta secular efemérides que conmemora la
cristiandad, con la colocación sobre la cima del desafiante Pico Frentes de las icónicas figuras representativas del espíritu navideño. Pero su condición de
depositario no le otorga el derecho a ser el propietario de las mismas, así
que, pasado su tiempo, tocaba recogerlas y guardarlas hasta otra celebración
navideña.
Y bajo esta expectativa se desarrolló
la ruta del sábado, 13 de Enero, con asistencia de hasta 17 participantes (menos
una baja voluntaria que luego indicaré). Las previsiones meteorológicas
anunciaban nieve para esa fecha a partir de las 17,00 h., por lo que no nos
sentimos “amenazados” ante las inclemencias previstas. La mañana es fría, pero menos de lo
esperado a juzgar por las temperaturas bajo cero que se vienen registrando de
madrugada en las últimas fechas, motivo por el que nuestro boss Luis, siempre
atento a las circunstancias que rodean cada evento, nos informó con antelación
que retrasábamos la salida de Soria a
las 10,00 de la mañana, teniendo en cuenta la cercanía del lugar y la corta
distancia a recorrer. De esa manera, evitábamos la exposición a temperaturas
más duras y desagradables para el sano
ejercicio del senderismo. Desde Fuentetoba, donde hemos llegado en torno a las
10,15 y lugar de partida de ascenso al pico, las estribaciones y la cresta del
mismo aparecen cubiertas de un irregular manto de nieve, que le confiere un
aspecto espléndidamente invernal. Así mismo, a este y oeste observamos espesas capas de niebla que auguran un cielo
despejado, si atendemos la previsión de que la niebla antecede a las mañanas
soleadas. Sin embargo, el trayecto que
seguiremos hasta coronar la cima
será distinto al recorrido en la ocasión precedente. El motivo y el acierto de
esta elección se la debemos a nuestro solícito y consumado sherpa, Angel, junto
a su leal y fiel escudero, Julian, quienes la víspera del ascenso decidieron
explorar el itinerario seguido en la anterior ruta y comprobaron que la espesura
de la nieve acumulada en el camino y la
dificultad de transitar por ella hacían altamente improbable que todos los
miembros de la expedición pudiéramos completar con éxito la llegada a la
cumbre. Así que, con esta información y el siempre valioso asesoramiento de
José Antonio, nativo del lugar, optamos por seguir otra senda, que se presentaba
más despejada, aunque eso sí, con una pendiente más pronunciada, que en algunos
tramos exigía extremar las precauciones por el riesgo de resbalar, a la vez que
obligaba a realizar alguna parada más de
la cuenta para coger resuello. Es la misma que seguimos en el descenso de la
anterior subida al Pico. Las irregulares capas de nieve que salpican el camino
no son en exceso inconvenientes para una marcha tranquila y segura, por lo que
este plan B diseñado por nuestros estrategas
de montes y caminos, a la postre fue un acierto en toda regla. Ciertamente,
la distancia a recorrer se hizo más corta y los tramos que podían presentar
mayor dificultad por la empinada pendiente se sortearon sin más problema. Nuestro
querido y siempre bienhumorado Vicente, ante el repecho que contempló desde la
superficie de la cuidada calzada de la urbanización, optó por hacer senderismo
entre las “llanuras” de Fuentetoba, en la seguridad de que no necesitaría
ninguna atención sanitaria por este generoso esfuerzo, en contraposición a la
siempre molesta cuesta arriba que le desafiaba para que pusiera a prueba su generosa y bien dotada
naturaleza.
Y así, entre paradas y descansos,
momentos que aprovechamos para la observación del horizonte de la geografía
soriana y la presencia de una numerosa colonia de buitres que sobrevuelan nuestras
cabezas, a modo de celosos guardianes de estas cumbres, testigos impasibles de
nuestro caminar hacia ellas, vamos llegando hasta la encina que da cobijo al
humilde Belén depositado veintiocho días atrás y que ahora, casi cubierto en su
totalidad por la nieve, nos espera para su traslado a la intimidad de un hogar.
Las cabezas de los pastores que rodean el portal asoman entre la nieve y nos
señalan el lugar del emplazamiento exacto. Y allí, protegido por el manto de la
encina que lo ha albergado durante este tiempo, rendimos el postrer homenaje al
símbolo por excelencia de la Navidad, acompañado de algún tardío villancico, que completamos con letras menos ortodoxas al
ritmo de la música que nos sirve para
expresar nuestro “fervor” navideño.
Cumplido el trámite que nos ha traído
hasta aquí, llega el momento de reponer fuerzas para el descenso y acumular
calorías para combatir los rigores de la climatología que encontramos a una altura de casi 1400 m. de altitud. Una
brisa suave, casi perceptible, pero gélida, nos advierte que seguimos
necesitando los guantes y el gorro, si queremos tener un asueto gastronómico
sin excesivas incomodidades.
Toca abrir las mochilas y exponer las
viandas que compensan el esfuerzo del camino, bajo la encina que ha protegido nuestras
figuras navideñas. Los exquisitos arándalos cubiertos de chocolate de Alicia,
el delicatesen de Chus, una modalidad de
chocolate con una fina capa de naranja que le da este sabor, la variedad de
frutos secos que aporta Gema, y, cómo no, el humeante café de Luis, que se complementa con otros termos cafeteros
para atender las demandas de todos los
asistentes, forman el menú variado que reconforta nuestro organismo y aporta
energía a nuestros siempre buenos propósitos.
Como curiosidad debo señalar que
en esta ocasión faltó la proverbial tortilla, presente en todas las rutas, ya
que su proveedor habitual cometió un error de cálculo al no disponer la víspera
de los productos necesarios para su elaboración. Aunque prometió corregir este
desajuste en próximas convocatorias. Y, cómo no, la sorpresa de la jornada: de
nuevo nuestro ingenioso Julián hizo aparecer una botella de cava,
cuidadosamente guardada desde el día anterior bajo el manto de nieve que se
acumulaba en torno a la encina próxima al
Belén. Ni en el frigorífico más dotado se hubiera conservado mejor para
la ocasión.
Sesión de fotos junto al vértice
geodésico del Pico bajo la atenta y permanente
presencia de los buitres, con su majestuoso vuelo que parece advertirnos que
son los dueños y habitantes permanentes de estas cumbres. Y de nuevo cierre de
mochilas, ajuste de correas sobre la cintura, y regreso al punto de partida.
Si la subida imponía un esfuerzo
adicional por el trazado del terreno, la bajada exige un plus de precaución por
razones opuestas, pero igualmente imprescindibles para el buen desarrollo de la
jornada. Y así fue: el camino se nos hizo “amable” y el descenso no dejó
ninguna incidencia reseñable.
Hemos llegado hasta la explanada del
monasterio de la Monjía y ahora nos dirigimos hacia la cascada y la Toba, que
da origen a peculiares formaciones geológicas de este lugar, así como a un
novedoso sistema de aprovechamiento de los recursos hídricos que aquí se generan
y el no menos singular título de propiedad que rige este enclave. José Antonio
nos hace de guía para obtener
perspectivas de la cascada y las emanaciones de agua desde distintos ángulos y
observar desde la cercanía la belleza del sitio. Omito detallar cómo se derivan
estos recursos y aprovechamientos del agua porque ya lo hizo Emi en su anterior
y magnífico relato sobre esta misma ruta, así que solo me resta trasmitir mi
satisfacción por admirar, una vez
más, este rincón de nuestra geografía.
Solamente añadir que después de la
cascada visitamos lo que los lugareños llaman la “fuente vieja”, que abastece
de agua a toda la zona próxima de regadío de este municipio, un valor en alza,
según nos comenta José Antonio.
La última actividad del día es la más
gratificante que nos habíamos propuesto: la comida de hermandad del grupo que
anualmente celebramos, anteriormente durante las fechas navideñas y desde hace
un año después de las Navidades. El sitio elegido es el restaurante del
Pabellón polideportivo de la localidad y allí encaminamos nuestros pasos para
encontrarnos con el grupo de compañeras/o que, por razones diversas, no han
formado parte de la expedición que ha retirado el Belén, pero no han querido perderse la oportunidad de unirse al grupo con
tan grato motivo: Feli, Ana de la Hoz, Julia, Emi, Pilar y Carlos, junto a
Vicente (que ha hecho su particular ejercicio de sillón-ball durante el tiempo que hemos permanecido allá
arriba) nos esperan ya en el lugar señalado
para darnos todos el merecido homenaje de solidaridad, amistad y cohesión que
el grupo transmite en cada ocasión que
lo requiere.
La comida transcurre por los cauces
de la alegría indisimulada del momento, las chanzas, las bromas y hasta los
reproches por algún que otro dudoso gusto culinario. En concreto, disfrutamos
de un envidiable tinto Rioja, reserva
2013 que Vicente, haciendo gala
de su generosidad, ha traído para
la ocasión. Pues bien, hay quien, como
nuestro presidente, se empeña en demostrarnos
que ese vino lo degusta mejor mezclado con gaseosa. ¡Imperdonable!
Pero, en fin…., por respeto a su maleducado paladar le dejamos que perpetre tal
iniquidad enológica. Elisabeth, sin embargo, hace caso de nuestro consejo y,
aunque en un principio está tentada de mezclarlo con gaseosa, le disuadimos de
semejante torpeza y opta por degustarlo en su natural pureza.
Y por si quedaba algo para el fin de
fiesta, algunos tuvimos la “genialidad” de hacernos unas fotos subidos sobre un
triciclo o pequeña moto infantil que teníamos a nuestra disposición (¿) en el
hall de entrada de las instalaciones del polideportivo. Claro que esta
“genialidad” se vio superada por otra más artística que, con su habitual
creatividad, conformó nuestro inimitable Spielberg que produce los
audiovisuales del grupo, enmarcando la imagen para dar la apariencia de un valioso cuadro fotográfico,
admirado por los visitantes que contemplan esta
muestra. Y aún otra muestra más de genialidad: no ha faltado quien, a
través del whatsapp, ha sugerido que esos cuadros bien son merecedores de una exposición
en el museo del Louvre.
Desde luego, ingenio no falta, humor
nos sobra y somos donantes en creatividad. ¿Se puede pedir algo más? Se admiten
apuestas.
Soria,
13 Enero 2018
Agnelo
Yubero
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