Comenzamos nueva ruta con una
previsión estupenda en el tiempo, estos días tendremos una mini primavera
anticipada. Todos, sin excepción, pensábamos en que nos esperaba una mañana maravillosa
para caminar y disfrutar de nuestro sol Soriano.
Partimos de nuestro punto de encuentro, Angel Julián, Cándido, Alberto,
Miguel, Maribel, Ana de la Hoz, Enedina, Piedad, Reme, Gema y yo.
Desde Quintana Redonda cogimos una carretera hacia la dcha. para
llegar a Monasterio. Esta carretera ya preludiaba lo que nos íbamos a encontrar abandono, olvido y soledad.
En Monasterio llegamos a su plaza-frontón dónde se nos
avisaba de que no se podía aparcar en
letras gigantes.
Una vecina y un perro nos recibieron y Maribel conversó un rato con ella.
Salimos del pueblo y muy pronto nos vimos envueltos por encinas y
robles, la mañana era fresquita pero deliciosa, no se necesitaban ni guantes ni
gorros.
Al finalizar esta zona boscosa comenzamos a ver extensos campos de
cultivo y a lo lejos un globo aerostático que nos encantó a todos, lástima no
haberlo tenido mas cercano. Cándido intentó fotografiarlo con su cámara.
Llegamos a La Revilla de Calatañazor. Una fuente con abrevadero es lo
primero que nos llama la atención pero al caminar entre sus calles nuestro
interés se dirige rápidamente a las
casas en ruina en las que se puede entrar por cualquier puerta, ventana o
agujero pero con riesgo de desprendimientos. Los intrépidos caminantes de Soria
Paso a Paso no tenemos miedo a nada por lo que entramos a curiosear un poco: Restos
de historias pasadas y de un estilo de vida y una cultura que ya no existe,
alacena, banco de trabajo, sillas de anea, una cocina antigua, escalera, un
orinal…Encontramos hasta un Boletín Oficial del Obispado de Osma del año 1957.Nos
podíamos imaginar perfectamente cómo la gente trajinaba en su día a día cuando
el pueblo tenía vida. Maribel especialmente encantada con estos hallazgos sabía
el nombre y la finalidad de todos los muebles y objetos que vimos.
Camino de la iglesia de la
Natividad de Nuestra Señora, pasamos delante de dos tremendos mastines de los
que Cándido ya nos había advertido. Impresionados por las vistas que había
desde el cerro, mas que por la iglesia, Reme comentó que parecía un edificio
que pudiera haber tenido algún fin defensivo antiguamente. Un complejo extraño
formado por un ábside, un edificio adherido a él con dos plantas y la torre
adosada a éste con campanario y balconada. Efectivamente es un enclave
estupendo para las funciones de atalaya.
Este pueblo era el segundo en
importancia de los 18 que conformaban el
Señorío de Calatañazor. Tenía tres anejos: La Barbolla, Fuentelaldea y
Monasterio. Se vivía del monte de encina, vendiendo leña y haciendo carbón o
cisco, de sus buenas tierras de cultivo de cereal (trigo, avena y cebada) y de
su cabaña ganadera (ovejas y cabras),.Se dedicaban a la cría del cordero y lo
llevaban hasta Cataluña. Hubo un gran incendio que destruyó parte del pueblo en
1967. En los años 70 la despoblación comenzó. La mecanización del campo fue uno
de los factores que contribuyó a la marcha de la gente.
Tras un corto trayecto, llegamos a Fuentelaldea con su Iglesia
Románica de la Asunción.
En este encantador pueblo tomamos el almuerzo en el patio de una casa
que parecía habitada y pudimos ver aperos de labranza. Angel, nos pidió un poco
enfadado que nos apuntemos a las rutas pronto y que no lo dejemos para última hora. Todos le
dimos la razón y nos comprometimos a hacerlo.
Camino de La Barbolla con tierra rica cultivable y cultivada a ambos lados del camino, afortunadamente los
campos no están abandonados. Este pueblo es especial para nuestro compañero
Cándido porque vivió aqui. Nos dirigimos
directamente a la Iglesia de San Bartolomé. Nuestro sentimiento fue común al verla destrozada, tristeza y rabia al mismo
tiempo por no ser capaces de conservar estos monumentos.
Debajo de la Iglesia una lápida antigua y el teleclub dónde Cándido
pasó muy buenos momentos.
Nuestro último pueblo por visitar fue La Ventosa de Fuentepinilla que
perteneció al Señorío de Andaluz-Fuentepinilla. Vimos la Iglesia de San Juan Degollado, original
Románico del siglo XIII y restaurada pero con muy poco éxito, según nuestra
modesta opinión. Nogales y el río Erice en la parte baja del pueblo.
Desde aquí hasta Monasterio nuevamente, tuvimos un largo y caluroso
camino, el sol comenzó a calentar de veras, el agua se nos calentaba en las
mochilas. Campos de cultivo, unos verdes floreciendo ya, otros en barbecho.
Tierras rojas, ásperas y desoladas dónde la despoblación ha golpeado con todas
sus fuerzas.
Llegamos a Monasterio por la parte baja del pueblo y Julián nos
dirigió a un rincón encantador en el que había un lavadero circular y una
fuente en la que uno de sus pilones es
una estela funeraria. Este rincón tan bonito se merecía una original foto de
nuestro grupo en la estrecha escalera de piedra Pero lo mas sorprendente de este pueblo es su
iglesia de San Miguel con el campanario separado del resto del edificio. Nos
quedamos asombrados.
Ruta original, diferente que nos ha hecho pensar en el problema que en
Soria tenemos con la despoblación, olvido institucional de nuestros pueblos y olvido de sus gentes que deciden marchar en lugar de
intentar hacer algo por el desarrollo del pueblo. Estos pueblos están olvidados
pero no abandonados, hay personas todavía allí trabajando sus tierras aunque no
vivan de forma habitual.
Nos concentramos en ciudades
con servicios y comodidades pero también con estrés, prisas, polución ambiental,
ruidos…
Es posible que en un futuro en
Soria, se desarrollen pueblos del siglo XXI, a los que lleguen las tecnologías
de banda ancha, teletrabajo, servicios mínimos, cooperativas y explotaciones
sostenibles que permitan fijar población de una forma definitiva. Es posible
que un día los Gobiernos tomen medidas efectivas, no paliativas para estas
zonas desoladas. Es posible que nos cansemos de vivir apiñados, rodeados de
cosas de las que se puede prescindir, rodeados de gente pero sintiendo soledad realmente y
decidamos volver a nuestro pueblo o a iniciar una vida nueva con las ventajas
que ofrece el mundo rural. Los Sorianos tenemos la ventaja de poder vivir en
una capital sin los agobios de las grandes ciudades. Nuestra ciudad es el
pueblo grande de la Provincia.
Damos las gracias a nuestros “diseñadores de
rutas”,gracias por vuestro esfuerzo para
preparar estas rutas tan bonitas.
La cañita final es indispensable para acabar bien la mañana.
Hasta la próxima ruta Soria paso a paso
Soria, 11 de marzo de 2017
Emi.
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