Gracias a que Julián
y Chus plantearon que este sábado las cacerías podrían darse en la ruta
programada, pudo detectarse este acontecimiento a tiempo y Angel preparó otra
ruta con celeridad y precisión en tiempo record y que contó con la nutrida
participación de 18 participantes, 15 de ellos socios de Paso a Paso.
La mañana amaneció
despejada, limpia y sin viento, con hielo en la madrugada y agradable
temperatura según avanzaba la mañana, buen tiempo para disfrutar de nuestro
encuentro semanal.
El reloj del Ayuntamiento de
Navalcaballo marcaba las nueve menos cinco flanqueado por numerosos
nidos de golondrina con una especie de tubo en la entrada que no tienen otras
especies, comenta Cándido, cuando nos disponemos a iniciar el camino hacia
Camparañón.
Pueblo y terrenos llanos que obligan a elevar el depósito de agua para que los habitantes dispongan de presión en sus grifos al no existir loma en los alrededores que cumpla dicha función. Pronto pasamos la vía, observando esas líneas paralelas que se cortan en un punto del infinito, y que lleva a nuestra imaginación a buscar y recordar viajes y viajeros, los cables del telégrafo cortados recordándonos que ayer nos comunicábamos así, una función desplazada por las nuevas tecnologías y la “cobertura” como algo que hubiera estado siempre en nuestras vidas, el aprovechamiento de traviesas recuperadas para marcar el cruce de la vía, haciendo la vida más sostenible. Y las largas sombras que proyectamos delante de nosotros producidas por el sol desperezándose van calentando la mañana y las conversaciones.
Nos vamos moviendo por la meseta que deja la ladera
de la sierra de San Marcos a unos 1.100 metros de altitud, en un terreno calizo
muy permeable que favorece el monte de
encina y la explotación y cultivo de trufa, con arcillas rojizas muy pegajosas donde se
permite el cultivo de cereales. Debido a la escasez de lluvias en las últimas
semanas. El paseo se hace agradable y el calzado no acusa esta particularidad
del terreno.
La altitud del terreno, la limpieza del día y terreno, permiten divisar
La Pinilla, Inodejo, Santa Ana, Urbión, Cebollera, el Moncayo, etc. Una
sensación de paz y relajación que hace de estos encuentros una especie de terapia
mental y física, que nos ayuda a disfrutar lo sencillo y cercano según
recorremos la provincia cada semana.
Pronto se
divisa Camparañón, luminoso y apacible en una ladera orientada al sur sobre la
vega del arroyo del Chopo, afluente del rio Mazos que recoge las pocas aguas
que no filtra la montaña y que los romanos cruzaban mediante un puente de tres
ojos que podría unir la Villa tardo romana de las Cuevas con la calzada romana
de Uxama a Agustrobiga. Actualmente su cauce esta seco y el puente que por su
singularidad se encuentra restaurado, aunque en el letrero que lo explica
apenas pueden leerse algunas silabas, aprovechamos para conocer la construcción
y hacer fotos.
Continuamos la
marcha y entramos en el pueblo por la parte alta donde nos espera la Iglesia
con su fachada principal al sur y a cuyo abrigo decidimos almorzar. Tras
iniciar nuevamente la marcha nos dirigimos por su amable ladera soleada hacia
la fuente, descubriendo un lavadero singular donde los tramos para lavar la
ropa y el lugar de apoyo de los baldes se encuentran con distinta inclinación,
practico y muy cuidado.
El arroyo del chopo nos descubre las toconas de una
reciente corta de chopos de grandes dimensiones, y observamos la fuente
parcialmente helada y las distintas casas muy cuidadas colocadas al amor del
sol del mediodía y protegidas del viento del norte, que intuyen una apacible
vida de sus habitantes permanentes o temporales, y que tienen o han tenido una
vinculación con la forja, fragua y hierros a juzgar por los distintos adornos
de sus espacios y jardines.
Volvemos hacia
Navalcaballo por otro camino más al sur, donde aparecen terrenos más arenosos y
pinares, viejas alpacas apiladas y las tres cruces que presiden la entrada al
pueblo, donde puede ser que se realicen las bendiciones de campos allá por San
Isidro.
Ya en el
teleclub del pueblo Reme nos explica los ejercicios de estiramientos, que
algunos seguimos y comentamos lo bien
que sienta esto y nos tomamos un vermut de rigor que da por concluida la cita
semanal del grupo.
José Antonio Martínez
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