Ha sido el
mejor broche de oro que podíamos poner a nuestro fin de la temporada senderista
2016. La subida al pico Frentes, para colocar un belén navideño en lo alto de
su erguido cuello de impertérrito vigilante de nuestra ciudad, se vivió con
especial interés y emoción. Y de ello dan fe dos hechos manifiestos. Por una
parte, la nutrida asistencia de
componentes del grupo, con algunos invitados, superior a cualquiera de otros
paseos sabáticos (si exceptuamos la visita a la selva de Irati), y, por otra,
la cantidad de recursos, tantos lúdicos, como gastronómicos, para celebrar tan
singular acontecimiento.
Era la primera vez que vivíamos esta
experiencia que no por original (se viene haciendo en otros lugares de la
provincia desde hace años), restaba un
ápice de pasión a nuestro quehacer senderista. La proximidad de las inminentes fiestas navideñas, invitaba a
unirnos a este rito de llevar hasta nuestras montañas el testimonio y reconocimiento
de los valores y creencias emanados de un hecho lejano en el tiempo que venera
la cristiandad en cualquier rincón del mundo.
Nuestro grupo sabe adaptarse no solo
al terreno que pisa, sino al sentimiento colectivo de acontecimientos que
forman parte de nuestra vida social, cultural, religiosa, etc. Y la Navidad es
un tiempo especial para trasladar su simbolismo a esos parajes que pisamos y
disfrutamos cada semana. En la lejanía de nuestra infancia y en el presente de
nuestra vida adulta, el belén navideño expresa como ningún otro símbolo la
emoción de unas fechas mágicas vividas al calor de un acontecimiento histórico
que nos habla de paz, amor, concordia…Ese calor navideño, representado en las
figuras de quien nace y le acompaña en un pobre y humilde establo, lo hemos
querido elevar a las alturas de nuestro pico Frentes y dejar en la montaña por
algún tiempo la representación de un
recuerdo secular que inspira una relación humana más cálida, generosa y
solidaria.
A la hora programada, arranca la comitiva
desde el lugar habitual de concentración para dirigirnos hasta el pueblo de
Fuentetoba, origen de nuestra ruta. No enumero a todos los participantes para no hacer más extensa esta crónica. Sí, en
cambio, cabe mencionar que fue necesario hacer uso de cuatro coches para
trasladarnos hasta el lugar convenido: había que transportar a diecisiete
andarines. La subida al pico Frentes es suave y el camino se hace “amable” para
su recorrido. Nos flanquean a ambos lados de la ruta bosques poco espesos de encinas y
algunos enebros que se mezclan con la
anterior especie dominante de esta ladera. La mañana es plácida y el grupo
camina estirado, formando una serpiente multicolor, aunque el azul uniforme que
identifica al grupo predomina sobre el resto de la gama cromática, enriquecida
con el atrezzo colorido, típicamente navideño, que algunas de nuestras chicas (
Reme, Chus…) han repartido a la salida,
como gorros estilo papá Noel, cuernos de alce, coletas colgantes sobre el gorro
tipo “Pipi, calzas largas”, gafas de visión ampliada (?) y complementos variados
de innegable simbolismo navideño. Otros portan en sus mochilas instrumentos de
percusión (entiéndase pandereta) o de viento ( también llamado turuta), para su
uso en lo alto de la montaña, cuando llegue el momento de poner música a los villancicos.
Soria, 17 de diciembre de 2016
Sin mucho esfuerzo coronamos la loma
del pico Frentes y nos dirigimos hacia el punto geodésico, como lugar de
referencia de hallarnos en la máxima altitud de este emblemático morro de
piedra. Muy cerca de allí, a escasos 20 metros, encontramos una encina, que nos
parece el rincón idóneo para asentar nuestro belén a los pies de su base,
orientado hacia el sur, con la mirada hacia Soria y protegido de los vientos
del Norte que podrían hacerlo más frágil durante su efímera presencia en este
lugar. Con curiosidad y sorpresa observamos que alguien se ha anticipado a
nuestros gustos y preferencias, y al lado del sitio elegido hay otro belén de
diminutas y originales figuras (como pequeñas gallinas), que le dan un toque
simpático y entrañable.
Con las piedras del terreno, simulamos
una cueva donde colocar el portal, el niño recién nacido, la virgen, san José,
la vaca, la mula, y los tres Reyes Magos. Ya tenemos el belén instalado y ahora
toca rendirle homenaje con villancicos y degustación de nuestros presentes
gastronómicos (a los cuales aludía Elisabel en una original letra de su
cosecha). La parte musical (interpretación de villancicos variados por la coral
“Soria, paso a paso”) estuvo refrendada por la música de viento que salía de la
turuta de Angel y la percusión de las panderetas de Pilar y de este cronista.
El resultado musical se puede comprobar en el audiovisual preparado por Angel.
O sea, no es para presentarlo a un casting de OT. En cambio, el momento gastronómico
resultó mucho más ameno, gratificante y solidario. Ya expresé en un breve
mensaje de whatsapp el deber grupal de reconocimiento de gratitud a las chicas
que departieron sus productos de forma generosa entre todos nosotros, así como
a los chicos que ofrecieron, sin ánimo de rivalizar con las féminas, el mismo
trato solidario de sus viandas y bebidas navideñas al resto de los allí
presentes. Pero hubo dos notas relevantes, que ponen de manifiesto ese talante
solidario, presente en nuestro grupo, al
que me he referido al hablar del espíritu de la Navidad:
por un lado, el gesto sencillo, pero entrañable, de celebrar con dos velitas sobre la ya esperada tortilla (a falta de tarta) el reciente cumpleaños de quien provee de este tradicional recurso campero. Mi agradecimiento por este gesto. Y la otra anécdota tiene como protagonista a un ausente de la excursión que nos ocupa. Nuestro amigo y compañero Julián, no pudo asistir al evento. Poderosas razones familiares le impidieron acompañarnos. Pero en su ánimo estaba sorprendernos con su presencia virtual en lo alto del pico. Dos días antes hizo la misma ruta que nosotros y dejó oculta en una bolsa de plástico una botella de champán bajo una encina, muy cerca de donde estuvimos celebrando nuestra particular fiesta, para que tuviéramos la oportunidad de brindar por su ausencia-presencia. Este cronista avistó la citada bolsa de plástico, pero ningún signo exterior hacía pensar que contenía una botella de champan. Al contrario, pensó que algún desaprensivo había dejado bajo la encina los desperdicios de una jornada campera y no le atribuyó otro contenido. Cuando finalizamos el recorrido y nos encontrábamos en la cantina de Fuentetoba, tomando el refrigerio propio del final de una caminata, recibimos un mensaje de Julián, preguntándonos si habíamos descorchado la botella de champan que había depositado bajo la encina. Sentimos ganas de “despellejarlo” por la tardía comunicación de sus buenos deseos…. Pero nos quedamos con su intención, que revela la calidad humana de nuestro compañero aunque, en este caso, nos hubiera gustado disfrutar realmente de su sincera generosidad.
por un lado, el gesto sencillo, pero entrañable, de celebrar con dos velitas sobre la ya esperada tortilla (a falta de tarta) el reciente cumpleaños de quien provee de este tradicional recurso campero. Mi agradecimiento por este gesto. Y la otra anécdota tiene como protagonista a un ausente de la excursión que nos ocupa. Nuestro amigo y compañero Julián, no pudo asistir al evento. Poderosas razones familiares le impidieron acompañarnos. Pero en su ánimo estaba sorprendernos con su presencia virtual en lo alto del pico. Dos días antes hizo la misma ruta que nosotros y dejó oculta en una bolsa de plástico una botella de champán bajo una encina, muy cerca de donde estuvimos celebrando nuestra particular fiesta, para que tuviéramos la oportunidad de brindar por su ausencia-presencia. Este cronista avistó la citada bolsa de plástico, pero ningún signo exterior hacía pensar que contenía una botella de champan. Al contrario, pensó que algún desaprensivo había dejado bajo la encina los desperdicios de una jornada campera y no le atribuyó otro contenido. Cuando finalizamos el recorrido y nos encontrábamos en la cantina de Fuentetoba, tomando el refrigerio propio del final de una caminata, recibimos un mensaje de Julián, preguntándonos si habíamos descorchado la botella de champan que había depositado bajo la encina. Sentimos ganas de “despellejarlo” por la tardía comunicación de sus buenos deseos…. Pero nos quedamos con su intención, que revela la calidad humana de nuestro compañero aunque, en este caso, nos hubiera gustado disfrutar realmente de su sincera generosidad.
Y tras el merecido refresco
post-jornada en Fuentetoba y las fotos de rigor para el recuerdo, emprendemos
el viaje de regreso a Soria, con el gusto y satisfacción compartidos por la
celebración de unas nuevas Navidades en un punto de altura de nuestra geografía
y de nuestras aspiraciones.
Soria, 17 de diciembre de 2016
Agnelo Yubero
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