Tras la subida a Urbión del sábado anterior, tocaba hacer una ruta más fácil y nuestra jefa de operaciones, Carmen, optó por llevarnos a la Fuentona de Muriel de La Fuente, nacedero del río Abión y desde allí ascender hasta el punto geodésico de la sierra de Umbriazo, que circunda el cañón del río.
Iniciamos nuestro viaje en coche desde la zona acostumbrada de El Lago tras los saludos de cordialidad entre nosotros y el de bienvenida a cuatro nuevos participantes. Componíamos el grupo: Carmen y su hijo Raúl, Rosi, Ana, Julia, Emi, Rosa, Feli y su marido Santos (acompañados de su precioso perro Zar), Ana Mari, Conchi y su marido Tomás, y yo mismo.
La ruta a pie partía de Muriel de la Fuente y enseguida nos encontramos con los primeros rocas de origen kárstico que conforman el cañón del río, dejando a nuestra derecha el restaurante La Fuentona, en la antigua piscifactoría.
Pronto llegamos a los primeros remansos del río que se nos permitían ver preciosas composiciones de formas y colores variados como consecuencia de la naturaleza reflejada en las aguas transparentes del Abión.
Es aquí cuando nenúfares, estrellas de agua, berros, etc se perciben con toda su belleza a través de las aguas cristalinas del río.
Seguimos nuestro caminar hasta la cascada, aunque el cauce seco del arroyo ya nos indicaba lo que nos íbamos a encontrar.
El lugar, también denominado el chorro o cascada "despeñaelagua",
podía encontrarse seco, como así fue.
La Corbetera, lugar mágico de formaciones que el agua ha ido esculpiendo con el paso de los tiempos y que cierra el paso a lugares más altos, por donde cae el chorro o cascada de "despeñaelgua" en temporadas húmedas, pero que nosotros nos encontramos seco.
Disfrutamos de ese rincón, lamentándonos de la sequedad del mismo y haciéndonos la promesa de volver en temporada lluviosa para disfrutar de la caída del agua y el ruido que a la fuerza tiene que sonar en el paraje.
Volvimos en nuestro caminar para visitar el monumento natural del acuífero de La Fuentona donde , además de la variada vegetación, podemos ver diferentes especies de aves rapaces, que como a nosotros, vigilan desde sus especiales miradores.
Y llegamos a ese espectacular rincón que es el acuífero, nacedero del río Abión, propicio para hacer excelentes fotografías para llevar de recuerdo.
Allí, mientras descansábamos un poco, repusimos fuerzas comiendo los bocatas que llevábamos. Unos más grandes que otros. Aunque el de mayor tamaño lo llevaba Tomás, no se mostraba muy conforme con lo que le había preparado Conchi.
Nos faltaba la segunda parte del recorrido.
Llegar hasta la atalaya desde donde se ve el histórico Calatañazor.
Ascendimos entre pinos por una senda un tanto empinada que nos llevaría hasta el punto de bifurcación hacia Cabrejas del Pinar y la atalaya que buscábamos.
Hicimos un pequeño descanso para apreciar el valle precioso que teníamos a nuestros pies. Estábamos en la sierra de Umbriazo.
Caminando por su cresta, pudimos ver los enormes farallones rocosos y los barrancos que conforman la hoz del río, por un lado, y por el otro zonas de sabinas y enebros propios del lugar.
Llegamos al punto geodésico Umbriazo a 1309 m.
Con éste eran cuatro los alcanzados por el grupo de los 232 que hay señalizados en nuestra provincia: Santa Ana, Pico Frente, Urbión y Umbriazo.
A pocos metros encontrábamos el atalaya, punto final de nuestro ascenso.
A partir de aquí descendimos por una senda que nos llevó al camino de partida.
En el restaurante tomamos nuestra cervecita acostumbrada para celebrar la finalización de nuestra ruta con la satisfacción de una estupenda jornada de armonioso compañerismo, esperando el próximo sábado para realizar nuestra salida a Cebollera.
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