Volviendo a desafiar las previsiones meteorológicas para el fin de semana, pertrechados de ropa de abrigo y vehículos preparados para la nieve, (por si acaso), nos reunimos a las 8,30 en el Lago de la Tejera: Ángel, Julián, Asún, Reme, Pilar, Maribel, Alberto, Emi, Elisabel y yo.
Comentamos que aunque el termómetro marque temperaturas bajas, no se mueve el viento y esto augura una buena mañana para caminar. Nos preparamos a salir cuando nos visita Gema todavía lesionada, que espera poder incorporarse pronto a estas rutas que dice envidiar y seguir por las imágenes, comentarios y crónicas que los asistentes compartimos.
Salimos por tanto hacia Alconaba y tras pasar el polígono de Valcorba aminoramos la marcha para ver un grupo de corzas que se cruza en la carretera. Tras dejar los coches junto al frontón y ajustarnos la vestimenta, descubrimos un pueblo cuidado, muchas casas nuevas y huertas cuidadosamente trabajada.
Ángel va dirigiendo la ruta e indicando la dirección por los distintos caminos que se cruzan, dirigiéndonos por la vega del rÍo del pueblo que seguimos hasta llegar a un molino que en tiempos pasados, seguro que movían estas aguas transformado el cereal de la localidad en harinas para el pan de sus habitantes y pienso de sus animales. Desde allí se ve un pueblo que resulta ser Tardajos de Duero, aclara Julián.
Pronto empieza a sobrar ropa y se echan de menos las gafas de sol regalándonos este enero una mañana luminosa, limpia, sin viento y con un ambiente que llena los pulmones de aromas puros que relajan a los caminantes incitando a dejarse llevar por conversaciones más o menos intensas que han marcado la mañana.
Llama la atención un grupo de “chaparras” o carrascas, que recuerdan a las zonas de sextiles para el ganado de los acebales, el río Roldan que lleva agua abundante a pesar de la pequeña cuenca que recoge y la sequía que nos acompaña, las plantas aromáticas que Maribel conoce a la perfección, los pinos que debido a su variedad se mueren si el subsuelo es arcilloso, explica Alberto, que sabe mucho de estas cosas. Las procesionarias migran en “procesión” y a los perros les necrosan la lengua, dice Maribel.
Así y con distintas disquisiciones llegamos al molino y tras acercarnos a visitarlo nos dirigimos a una de las lagunas subiendo al alto de la meseta que divide el agua entre la cuenca del Riotuerto y el Roldan, terrenos cerealistas con algún pino suelto, grava de poca profundidad y “rubiales” (que son terrenos muy arcillosos que generan humedales y lagunas en algún lugar).
Al llegar a la llanura (Denominada Llanos de Alconaba y Aldealafuente) nos sorprende la limpieza y lejanía del horizonte con el Moncayo al fondo imponente y majestuoso luciendo su manto blanco, expone Maribel, y con la vista puesta en el Este caminamos hipnotizados por el paisaje y pronto vamos descubriendo como el horizonte se llena de distintos lugares emblemáticos:
Al Sur la llanura extensa de la meseta con algún pino suelto, al fondo la sierra de Castil, con un cielo muy limpio con colores de tierra y cielo muy variables e intensos que modifican paisaje constantemente.
Al Norte la Cebollera, Sierra del Almuerzo y Oncala, nevados algunos y soportando algún aerogenerador otros, lo que lleva a un entretenido debate sobre las tarifas eléctricas y la manipulación de la información, tan actuales estos días.
Más al Oeste nos saluda el imponente Urbión y más cercano el Pico Frentes.
Todo ello forma lo que un poeta de la zona definía como: “un inmenso mar de tierras infinitas donde el espíritu del hombre se amilana y donde es intangible la longitud lejana.”
Con alegría nos acercamos a una majada cuya tapia orientada al sur resulta un lugar especial para el almuerzo de media mañana, recostando la espalda en la tapia y disfrutando del sol, almuerzo y conversación.
Tras reanudar la marcha nos acercamos a una laguna que se observa parcialmente helada, y caminamos buscando el camino para regresar a los coches por la llanura en la que volvemos a divisar un grupo de Corzas, ya que le rabo blanco las delata, nos dice Julián y tras llegar a la carretera asfaltada llegamos al pueblo.
Terminamos la mañana con una animada charla junto a unas aceitunas y bebidas, felicitándonos por no hacer caso a las previsiones meteorológicas y pensando en la próxima cita.
José Antonio Martínez
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